lunes, 13 de noviembre de 2006

Salvación y condena

Hay escritores tan sinceros que reconocen que aún no saben si saben escribir. Y luego está Isabel Allende.

Isabel Allende dice (en su novela Paula, que terminé de leer este fin de semana) que cuando empezó a escribir artículos para una revista femenina en su Chile natal, desconocía el uso del lenguaje escrito, aunque tenía alguna noción básica, tal vez provocada por su genética. Todo apunta a que sufrió una evolución positiva, porque de su capacidad o incapacidad actual no se pregunta: quizás considera que es algo muy evidente.

Lo cierto es que empecé a leer Paula con el temor de que me afectara personalmente. Soy demasiado aprensivo e hipocondriaco como para pensar que la historia sobre una larga enfermedad que acaba en muerte no me va a sofocar. Precisamente por eso, ese libro, que compré hace unos diez años, ha vivido dos mudanzas, ha reposado en cuatro estanterías diferentes y sus páginas han empezado a amarillear. Cuando por fin me he atrevido a abrirlo, parecía más un libro de biblioteca que un volumen aún sin desvirgar.

Y sorprendentemente, ha provocado en mí una extraña sensación que no puedo definir como zozobra, sino más bien como paz. Sí, la inmensa carta que Isabel Allende escribe a su hija cuando ésta agoniza provoca una inmensa paz. Una sensación de que ya está: lo mejor es dejarse llevar. Lo mejor es dejar que se vayan aquellos a quienes amamos.

Porque los hombres tenemos un extraño apego a este mundo. Y eso hace que tengamos también una curiosa predisposición a impedir que los demás se vayan cuando deben (o quieren) irse. Sin darnos cuenta de que al fin y al cabo es un sentimiento egoísta: queremos que se quede porque lo necesitamos, no por su propio bien. De hecho, muchas veces (como en el caso de Paula), marcharse de este mundo es un gran alivio y, sin embargo, quien tiene en sus manos la decisión de dejar que se marche (en este caso, su madre) no está por la labor. En ese momento, no ve que la muerte sea una liberación; cree que será una condena. Cuando la verdadera condena es estar vivo.

Toda la culpa la tiene Jesús, que resucitó a Lázaro por intermediación de Marta, la hermana de éste. Lázaro había sufrido una larga enfermedad que lo llevó a la muerte. Marta estaba desconsolada y pidió que Jesús, amigo de la familia, acudiera para consolarlos. Él llego y, ni corto ni perezoso, resucitó a Lázaro. ¿Alguien preguntó a Lázaro si quería volver a la vida para, quizás en el futuro, volver a sufrir la misma enfermedad y morir nuevamente entre dolores insoportables? Es evidente que no podían preguntar a Lázaro, pero fue Marta, su hermana, la que decidió si salvaba a su hermano o no. Pero quizás lo que ella concibió como salvación era condena. Repito, quizás para Lázaro fue una condena estar obligado a pasar dos veces por el sufrimiento de la muerte.

Desde entonces, muchos de los que están ante la disyuntiva prefieren hacer como Marta: reclaman al salvador de turno que mantenga con vida a aquél que ya está más allá que acá. Y no se dan cuenta de que actúan movidos por el egoísmo. Porque, como Marta, lo que desean no es dar otra oportunidad a Lázaro; lo que quieren es no estar solos.

24 comentarios:

Bosco dijo...

Solo matizar que la vida no es una condena. Es una oportunidad de ser feliz.
La muerte, probablemente, es otra oportunidad.
Los humanos, sin embargo, nos dejamos llevar por aquello del más vale malo conocido...
Enjoy

3'14 dijo...

Entonces debo de ser inhumana, porque hay situaciones en las que prefiero lo bueno por conocer...

Tomás Ortiz dijo...

Matizo yo también: no he dicho en ningún momento que la vida sea una condena; sólo he dicho que para ciertas personas, en ciertos momentos, la vida es una condena, y la muerte una liberación.
Gracias

LOLA GRACIA dijo...

Leí Paula hace un montón de años y unos meses después conocía a Isabel Allende en persona, en Puerto Rico.
Ella es escritora pero, fundamentalmente, es un ser humano excepcional. Maravillosa gente, preciosa...Hace que no la veo, ni la escribo ni nada...No sé si sigue viviendo en Sausalito...pero si cruzo el charco no tendrá más remedio qeu recibirme...O montaré una tienda de campaña en la puerta de su casa...Pero, en fin, no será necesario. Seguro.
Realitiy...coincido contigo,. En ocasiones la vida es una condena...Todos conocemos muchos casos...Y siempre, desgraciadamente, es terriblemente injusta.

Anónimo dijo...

¿ Te has dao cuenta d ke en el cuadro hay un personaje ke se tapa la nariz del pestazo ke echa Lázaro?
Es algo muy común en la representación medieval del milagro.
Por cierto; Isabel Allende me parece una farsante ke acertó en un par de libros y ale, a vivir del cuento.

SisterBoy dijo...

Bueno es igual que la gente que va a los entierros a despedirse del muerto cuando en realidad a lo que vamos es a despedir la parte de nuestros recuerdos relacionadas con él.

Curioso lo del tipo que se tapa las narices, voy a buscar más cuadros de la resurrección de Lázaro a ver si pasa lo mismo

Sr_Skyzos dijo...

Allende se encuentra/encontraba entre mis escritoras favoritas, engancha la manera que tiene de escribir (ella o sus actuales negros, que tamaña proliferación novelística huele hasta mal.)

He estado a punto de dejarte un fragmento de "Un calor tan cercano" de Maruja Torres. Te dejo el enlace de donde lo colgué y ya es cuestión tuya el leerlo. (Créeme, no es autopublicidad, es que pienso que se acerca a lo que estás diciendo... lo de no dejar a los seres queridos que se alejen de nosotros.)

Un beso:

http://skyzosenlared.blogspot.com/2006/04/tango-para-uno.html

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con el punto de vista de este libro, me lo apunto para leermelo cuando vuelva a Espana a no ser que encuentre una version en Ingles jejeje... venga, gracias por la informacion y a ver si la gente deja de ser tan egoista!. Besos..

La Agrado dijo...

¿Pero todo eso lo ha escrito Isabel Allende?

Pilar M Clares dijo...

Muy interesante la reflexión. La muerte es algo que asumimos-más bien no-con dificultad extrema porque la evitamos, incluso en una lectura -me gusta ese placer que has encontrado en un libro después de años y mudanzas, me ha pasado en alguna ocasión-.
Es curiosa la parábola de Lázaro vista desde la perspectiva de quien se queda solo, el vivo. Y es curioso que el catolicismo que cifra la vida en eterna tras la muerte, prefiera elogiar este milagro ¿en qué quedamos? ¿dónde estaría mejor Lázaro?
La vida y la muerte, la sustancia de ser, no hay otra. MIl besos

Fernando J. López dijo...

yo ante la muerte soy un cobarde... tengo vocación de suicida que nunca apretará el gatillo y, ante la de los que quiero, me aferro a la vida sin poder evitarlo
las dos muertes más intensas que he sufrido en mi entorno fueron hace uno y dos años respectivamente y aún hoy, quizá incluso más que entonces, tengo muy abiertas ambas heridas
debe ser que soy un débil...

allende, por lo demás, no puedo decir que me guste mucho... pero hoy seré bueno y no polemizaré en ese tema

besos vitalistas

Unknown dijo...

Bueno, si, es cierto.

No queremos que se nos vayan los seres queridos y lloramos más que por la pena que podamos sentir por su muerte, por nuestro miedo a quedarnos solos

Pero es que ellos tampoco quieren abandonarnos, salvo excepciones, claro

De vuelta de cantón

Unknown dijo...

Basicamente esa tendencia a estar en este mundo, incluso en condiciones infrahumanas (no nosotros, si no los del tercer mundo) se debe a un instinto que pasa de padres a hijos. Ese instinto están alojando en la zona más ánimal dle cerebro. Es decir nuestro instinto es más fuerte que el razonamiento. Por eso solo te suicidas cuando hay algún desorden cerebral que hacer que ese instinto deje de ser el más importante.

Anónimo dijo...

Sí, Maki, el instinto de supervivencia es muy fuerte, pero el sufrimiento físico acaba por mellarlo. La última vez que hablé con mi hermana, me dijo muy en serio que ya no podía más, que sólo necesitaba que acabara todo, ni siquiera buscando el descanso, porque ella no creía demasiado en la existencia de algo más alla. Simplemente, no podía seguir sufriendo, seguir luchando, devorada por el dolor.
Murió pocos días después.

jko dijo...

hola hola por aquí... gracias por tu comentario en mi blog... a ver si tengo un ratillo y le echo un ojo a todo esto, que hay mucho interesante por aquí ;-)

nos leemos.

Unknown dijo...

Pepe: Joder! Lo siento. Imaginao que es un equlibrio en el que la balanza del instinto pesa mucho. Peor un dolor intenso puede hacer que esta se desequilibre.

Anónimo dijo...

Maki: No te preocupes. Yo no decía esto para que la gente se sintiera mal. Era sólo la conclusión a la que llegué después de haber visto algunas putadas de forma cercana. Claro que la balanza se desequilibra. En condiciones normales y favorables supongo que nadie querría morir.
Un saludo.

Marujita Robinson dijo...

Aissss Isabel Allende, mi escritora favorita junto con Gabriel García Márquez...Y lo Lázaro es muy curioso, yo nunca me había parado a pensarlo, pero sí que es fuerte, la verdad. Lo cierto es que cuando alguien se muere lloramos más por nosotros, que nos quedamos solos, que por la persona que aunque se ha ido ya no sufrirá más. Es muy triste, pero las cosas son así...

Dan Davenport dijo...

Me estreno: muchas gracias por haberte pasado por mi blog y por haberme dejado un mensaje. El primer comentario que leo en el tuyo es referente a algo que me quita el sueño y me tiene un poco traumatizado desde bien pequeño: la muerte, no tanto la mía como la de la gente a la que quiero. Mi actitud al respecto es no abordar el tema, lo siento... Espero que nos sigamos leyendo con asiduidad. Un beso!

Tomás Ortiz dijo...

pepeniebla, eres muy valiente al hablar de ello, sobre todo siendo tan duro como lo explicas. Sinceramente, tu comentario me ha dejado noqueado, y en este momento entiendo muchas de las cosas que antes de escribir el post no entendía.
Gracias a todos

Julia Ardón dijo...

Yo me estoy terminando "Inés del alma mía" y me tiene fascinada, quizá porque me encantan los testimonios.
La he disfrutado muchísimo.

g. dijo...

Hola reality bit y hola a todos: lei el post y cada uno de los coments, justo por eso prefiero no escribir nada por el momento. Mis respetos a pepeniebla y a todos, aqui también veo que hay una muy buena peña.

Anónimo dijo...

Hola Reality Bit, no me conoces...vengo del blog de Miss_Ketchup y yo acabo de empezar hace unos días a crear el mío.

Me he parado a leer esta entrada porque casualmente me está pasando lo mismo que te ocurría a ti. Mi madre compró el libro de Paula y bueno...que ahí sigue.Sinceramente, no me atrevo a leerlo...pero ahora que he leído las palabras que escribes, me ha vuelto a asaltar la curiosidad.

No he querido leer los comentarios que te han dejado para no dejarme influenciar por ellos (aunque eso en mí es algo difícil) pero tocas un tema que me toca la fibra sensible: llevas toda la razón en todas y cada una de las palabras has escrito.

Te lo comento desde mi propia experiencia -mi madre- supe que no era una persona egoísta porque en esos momentos tan duros, no podía pensar en mí, sólo en ella...y lo mejor era que se liberase del sufrimiento por el que desafortunadamente estaba pasando
¿a caso alguien piensa en sí mismo/a cuando se le está muriendo un ser querido? si es así, me parece algo realmente escalofriante.

Menuda perorata que te he soltado, lo siento,pero tenía que escribirlo, tengo muy pocas oportunidades para desahogarme... Espero que me entiendas y no pienses que soy una pesada.

Te pongo un link ¿vale? encuentro tu blog muy interesante.

Un fortísimo abrazo.

Anónimo dijo...

Bueno, yo voy artículo a artículo, de más moderno a más antiguo, dando mi granito de arena con mi nuevo blog, y mi opinión. Yo sólo pido que para cuando me vaya a morir no quieran resucitarme, seguramente me vaya de este mundo a causa de la 3ª Guerra Mundial, o por una bomba nuclear que ha caído en mi casa por equivocación, el mundo estará echo una auténtica mierda, y para volver y ver el percal, prefiero estar en otra esfera.
Eso no quita que no quiera que vuelva alguien que ya no está entre nosotros. Pero por suerte aún no se me ha ido nadie a quién vaya a echar de menos. Y muchas veces es mejor que se vayan para siempre a tenerlos a mi lado con un dolor y una pena que hace que ni siquiera sepan quiénes son.
Lo unico que me importa ahora es la llegada de mi primera sobrina, que tiene mucho por vivir, y poco de lo que cansarse, así que a vivir que son dos dias!
Un abrazoooo