lunes, 16 de marzo de 2009

"Siempre fiesta": En busca de una felicidad fingida

Una familia más o menos bien avenida se reúne para celebrar la Nochebuena. Como en todas estas reuniones, hay sonrisas hipócritas, comentarios desmedidos, intentos de reconciliación y, sobre todo, discusiones. Discusiones sobre cosas fundamentales y también sobre temas absurdos. Pero hay algo que une a todos los miembros: la necesidad de sentirse arropados por gente similar. La cena acaba, cada uno ocupa su lugar en la realidad, y se pierde esa sensación de cierta comunión con los demás. La cena termina y todo vuelve a ser como antes: los problemas, la hipoteca, el trabajo... Uno de los personajes no acepta el fin de esa cena. No puede soportar la idea de volver a la realidad, de tener que luchar de nuevo en el día a día. Se aferra a ese momento de felicidad fingida, a esa reunión de personas que se comprenden por debajo de sus trajes de indiferencia. No quiere que esa cena acabe, así que consigue se repita día tras día. Una Nochebuena sempiterna, en invierno, pero también en primavera, verano y agosto, un Día de la Marmota que supone la felicidad de una persona que se niega a reconocer la realidad; pero también supone el desequilibrio del resto de los miembros de esa cena.

A grandes rasgos, ése es el argumento de Siempre fiesta, la obra que cierra la trilogía imprevista de la Compañía Cuarta Pared, que ya nos ofreció montajes tan interesantes como Café y Rebeldías posibles. En principio, puede parecer un texto melodramático, y a ratos lo es, pero es sobre todo una comedia a veces triste sobre el microcosmos que cada uno se construye en su hogar, y que se convierte en una jaula de la que los personajes se niegan a salir por temor a la realidad. Es un cuento que nos relata un narrador como una fábula esópica; de hecho, los personajes no dejan de ser animales encerrados entre paredes de papel blanco que los actores se encargan de decorar al gusto con pintura y rotuladores, un recurso muy original que llama la atención porque es metáfora de lo que sucede en escena: ellos se construyen un espacio vital que sólo sirve para sus intenciones; fuera de allí, todo es caos y destrucción.

La compañía la componen los mismos actores que ya nos hicieron recapacitar sobre la sociedad de consumo en Rebeldías posibles. Y mantienen el mismo espíritu: diálogos rápidos y salpicados de humor, escenas tiernas y otras violentas, intercambios de personajes y escenografía sorprendente para que el público no pierda la oportunidad de entender que aquello es real, pero también fingido. Que los actores que presentan Siempre fiesta son eso, actores, y nada más. Pero que detrás hay algo mucho más profundo que una sonrisa o una buena actuación: hay un sentido muy vivo sobre lo que está pasando con nuestra sociedad, esa búsqueda actual de la felicidad a través de encerrarse en uno mismo y en lo conocido. El miedo a lo desconocido es algo ancestral.



Y hablando de encerrarse en uno mismo...

...tengo que entonar el mea culpa al reconocer que me daba mucho miedo enfrentarme a Ciudadano Kane. El sábado, hablando con mi amigo Adrián (que nos acompañó al teatro y con quien compartimos luego cañas, huevos rotos y otras viandas en La Latina), estuvimos de acuerdo en que uno no puede ver cine a la ligera, que necesita estar preparado para ver ciertas películas, que nuestro estado de ánimo debería ser decisivo en la elección. Y le dije que nunca me encontraba preparado para ver, por ejemplo, Ciudadano Kane. El domingo por la tarde me di cuenta de que el mero hecho de expresarlo, sacarlo afuera, había sido suficiente como para exorcizar los demonios de los que hablaba. Así que la puse.

Y descubrí una vez más que todo está conectado. Porque la cinta de Orson Welles también es una historia sobre un personaje que se empeña en buscar la felicidad encerrándose en sí mismo. La diferencia es que Kane se aprovecha de la realidad para construir poco a poco "su realidad". Es un personaje apasionante y apasionado, egoísta y destructor, pero tremendamente solidario y altruista al tiempo. Es el paradigma de las contradicciones, el bien y el mal, la virtud y el defecto encarnados en un hombre que se puede calificar de grande, pero también de pusilánime.

Aparte de que es evidente que técnicamente supuso un antes y un después en la historia del cine, porque esos grandes angulares y esa forma de hacernos ver la grandeza y bajeza del personaje a través de picados y contrapicados, de planos finamente estudiados, eran hasta entonces recursos utilizados pero poco exprimidos, a mí me pareció especialmente interesante la forma en que los personajes se relacionan entre sí, fingiendo en todo momento que son lo que no son, o intentando construirse ellos mismos un personaje, como si la vida fuera en realidad una película. Y lo es.

Me llegó muy hondo el hecho de que sea consciente, incluso en los últimos momento de su vida, de lo diferente que hubiera sido si se hubieran dado otras condiciones en su existencia. Porque es el fundamento de la película: todo hubiera sido distinto si uno (y los demás también, claro) no hubiera tomado ciertas decisiones. Creo que todos sabemos que hay algún Rosebud en nuestro pasado que, de haber sido diferente, hubiera cambiado el curso de nuestra vida. Él dice: "Si no fuera tan rico, quizás hubiera sido un buen hombre". Yo digo: "Si las cosas no fueran como son, quizás no seríamos lo que somos", algo que puede resultar de cajón pero que a veces no podemos entender.


6 comentarios:

Peritoni dijo...

Rosebud... creo que no entendí ese final... (hace tantos años).

Stultifer dijo...

Intento que mis cenas de Navidad pasen desapercibidas. Mismos asientos, misma rutina de "vamos a hacer la foto". La misma foto desde hace 30 años, con la diferencia de las ausencias que dejan huecos vacíos. ¿Opinamos todos lo mismo o solo soy yo?

Qué bueno que volviste.

hm dijo...

Ciudadano KEne es una de mis películas favoritas... con lo que implica de que la gente te mire mal pensando que lo dices sólo para aprentar...

...y sólo con el trailer ya se podría uno hacer la idea de que Welles era un genio...

Vulcano Lover dijo...

Uf, cuántas referencias... De ciudadano Kane no voy a hablar, que ys se ha escrito bastante, pero me ha gustado tu aportación, con cosas que no se me habían ocurrido a mí del personaje. Sí, cierto, para ciertas películas no podemos verlas en cualquier circunstancia...
Vi rebeldías posibles, y me gustó, así que me apunto la referencia, que últimamente en teatro no acierto nada, la verdad. A mí lo de la cena de navidad me ha hecho recordar una excelente película francesa que se llama así, la cena de navidad (La bûche, en francés) y en la que a propósito de esa circuntancia se aprovecha para diseccionar hasta el fondo las complejas relaciones de una familia desunida y sin posibilidad de salvación como tal... Es ciertamente demoledora, pero con un toque de comedia francesa que lo alivia muchísimo, al tiempo que sirve (cómo no) de acicate a una ironía que sólo ellos son capaces de ejercer... Mira, sería una ocasión perfecta para invitarte un día a casa y verla. Apúntatelo, vale?
http://www.imdb.com/title/tt0211286/

Thiago dijo...

Olassssssssssss, cari, cuánto tiempo, jajaja Como siempre estás ligando en el FACEBOOK ese y apuntandote a todo cuanto grupo hay, jajaaj...

Bueno esa peli yo no la he visto y sin embargo me parece que la ha vivido mi asistenta, que siempre me cuenta que sus cenas de nochebuena acaban asi, a piñas, con la policia separando a sus cuñaos, y con "ese pollo es mio que lo traje yo" y "que te vas a llevar que el pollo lo quiere mi marido" jajaaj Asi que ya ves, todo está inventado.

Lo de Rosebaud sigue siendo un misterio, no? bueno, claro que cada segundod de nuestra vida puede cambiar nuestro curso, coger una calle en vez de otra o ligar con un tio en vez de otro... Pero como no podemos estar pensando en todas esas posiblidades perdidas que ya bastante tenemos con pensar en nuestra vida, pues asi vamos... Lo demás lo dejamos para otras vidas paralelas, jaajaj

Bezos

Otto Más dijo...

Una Nochebuena eterna me parece un castigo digno de los Olímpicos... Y a mi Ciudadano Kane me produce reacciones encontradas mil, pero al final me encanta. Cuando la recuerdo sólo me vienen flashes de los planos más enrevesados y los claroscuros más genuinos... qué cosas...