lunes, 10 de diciembre de 2007

El circo ha muerto. ¡Vamos a desenterrarlo!



"El circo ha muerto. ¡Vamos a desenterrarlo!"

Éste es el peculiar recibimiento que tienen los que se atrevan a acudir al Circo de los Horrores, un espectáculo que, aunque no lo parezca, es apto para todos los públicos, pero que presenta el clásico montaje circense desde la perspectiva del terror. Un terror muy light, casi surrealista, algunas veces sobrio, y casi siempre desternillante. Porque "de los horrores" es una definición demasiado punzante, puro márketing, más bien, porque lo que derrocha este circo es humor, así que debería llamarse el Circo de los Humores, pero eso vende mucho menos.

La clave del espectáculo está en mostrar números clásicos del circo de toda la vida con una capa de decadencia y terror. Los espectadores acceden a la carpa a través de un pasillo en el que aparecen los primeros personajes siniestros (un loco con camisa de fuerza, una monja exorcista con la boca cuajada de sangre, un personaje de negro que grita: "El Enterrador!"...), que se encargan de acomodar a grandes y pequeños y dar los primeros sustos, además de amenizar la espera, algo que se agradece muchísimo. En este momento vi a los primeros niños asustados, pero les duró poco, porque los monstruos son más fachada que otra cosa, luego son muy simpáticos y entrañables.

La típica arena de circo ha sido sustituida por un tapiz que simula un cementerio gótico, con sus tumbas, su niebla artificial, su iluminación de ultratumba y, sobre todo, un hilo musical que pone los pelos de punta, con truenos, gritos, sonidos indeterminados...

Un baile de máscaras funerarias da paso al presentador, que es ni más ni menos que Nosferatu, un personaje de la otra vida que regresa para guiarnos por este espectáculo. Sale de un ataúd y causa las primeras carcajadas, lo que nos hace pensar que nos vamos a reír más veces de las que pensábamos. A partir de ese momento, el circo pierde casi todo su carácter de "terrorífico", salvo algunas pequeñas pinceladas, y se convierte más bien en una parodia de las películas de miedo y del circo en general. La contorsionista es ahora una niña poseída que se retuerce en una cama; los payasos son zombis sanguinarios que buscan sangre fresca entre el público; los motoristas que hacen piruetas en una bola gigantesca son hombres-lobo sin prejuicios; los forzudos que hacen equilibrios uno encima del otro son el verdugo y un condenado a muerte... (Por cierto, cuando salen estos dos últimos, el público enloquece, sobre todo el femenino, porque ambos tienen cuerpos esculpidos más en el gimnasio que en el penal de Carabanchel, la verdad. El verdugo del Circo de los Horrores se llama Ignacio Moreno y el condenado a muerte, Arturo Guevara, para información de los fans, son dos equilibristas que hacen un número bastante homoerótico, al menos desde mi punto de vista, tienen momentos que parece que se van a poner a fornicar en pleno escenario...)

Es decir, lo que cambia es la forma, pero el fondo sigue siendo el de un circo tradicional. Para los que odiamos el circo desde que éramos pequeños, ésta es una buena forma de reconciliarnos con el mayor espectáculo del mundo, pero quien vaya pensando que va a presenciar algo similar al Circo del Sol, que se quede en casa porque saldrá decepcionado. Esto es un circo reciclado, y el reciclaje es magnífico, no cabe duda, pero es un circo reciclado al fin y al cabo.

Todo eso me llevó a pensar que hay muchas cosas a nuestro alrededor que tal vez merecieran un reciclaje tan profundo o más como el que Suso Clown ha hecho con su Circo de los Horrores. Un reciclaje, no una renovación de arriba abajo. Porque hay cineastas, directores teatrales, promotores culturales, que se empeñan en montar espectáculos que creen que son revolucionarios y totalmente nuevos; y en realidad lo que están haciendo es intentar cambiar el concepto de "cine", "cultura" o "teatro", con muy mala fortuna, por cierto.

Porque el espectador quizás está harto de ver el mismo cine, el mismo teatro, la misma cultura; pero no quiere que le ofrezcan algo que no es ni teatro, ni cine ni cultura, sino que está esperando un reciclaje, savia nueva, sangre caliente. El espectador quiere ir al cine, al teatro, a una exposición, y ver algo diferente, pero que siga siendo cine, teatro, cuadros, circo. No quiere ir al teatro y encontrarse viendo algo que no se parece nada al teatro. El espectador quiere teatro diferente; pero quiere teatro.

Lo digo recordando algún montaje, como el de Perro muerto en tintorería: los fuertes, de Angélica Liddell, que dice ser un montaje teatral y en realidad no tiene nada que ver con el teatro, más bien es una performance pictórica y una burla al público. Ellos dicen que quieren incomodar al espectador para hacerle partícipe de lo que cuentan. A mí me parece que Marat-Sade, de Animalario, incomoda al espectador sin necesidad de encabronarlo. Yo pago una entrada y quizás me interesa que me incomoden, pero no que me hagan sentir que he tirado el dinero. Marat-Sade es una inversión. Perro muerto en tintorería es un derroche absurdo y sin sentido. Dicen que Angélica Liddell es el futuro del teatro; a mí me parece que quizás es el futuro, pero de algo diferente que aún no tiene nombre, pero que no es teatro, por mucho que nos empeñemos.

Volvamos al comienzo, porque lo que quiero decir es que el Circo de los Horrores reinventa el circo, pero sin dejar de ser el tradicional espectáculo que todo el mundo reconoce. Los que intentan que cualquier arte que ejercen sea diferente a lo que todos reconocemos como ese arte, en realidad están inventando otra cosa que aún no tiene nombre, pero en ningún caso están renovando nada. Están inventando y lo llaman renovar porque inventar ya no está de moda.

Vídeo de promoción del Circo de los Horrores: http://www.youtube.com/watch?v=QoyS-H_PayA

P.D. Un consejo: a los que les gusten las emociones fuertes, que reserven un palco para el Circo de los Horrores, porque suelen ser los elegidos para participar en los macabros experimentos de los tétricos payasos. A los que tengan el corazón débil o prefieran no ser protagonistas, que se vayan a la parte de atrás: es más barato y no tendrán que salir a la arena.

4 comentarios:

SisterBoy dijo...

Pues suena la mar de bien. Seguiré tus consejos, me pone terriblemente nervioso que los actores se dirijan al público para cualquier cosa que no sea agradecer sus aplausos al final.

Pilar M Clares dijo...

Me entristecen los circos, me aterrorizaban de pequeña, sin embargo alguna vez soñé que era trapecista.
Reallity, muchos besos, un gusto pasar por aquí, ver que mantienes un nivel atractivo.
Felicidad en estos días y en todos. Besos

Aristóteles dijo...

Orale,... Realmente espectacular.

Lo mejor de la vida para ti y los tuyos. Que estes bien.

Un abrazo.

Thiago dijo...

Últimamente al circo le salen muchos apellidos. "circo de los horrores", hoy he visto un "circo gay". No sé si está en crisis (com por otro lado siempre parece que ha estado) o es realmente enriquecedeor...

Bezos.