viernes, 6 de octubre de 2006

Papeles entre papeles

Ayer me escribió un amigo mío, Adrián, diciéndome que había encontrado entre sus papeles varios relatos míos, que quizá algún día pudiera publicar. No sé de cuándo son ni cómo son, pero la sensación que me provocó eso fue la misma que uno tiene cuando alguien te dice: "¿Sabes a quién vi el otro día?", y te trae a la memoria la imagen, la voz, los modales y el pensamiento de otra persona a la que casi habías olvidado.

Claro, es que varios relatos míos, del año de la tos, encontrados entre otros papeles, seguro que más importantes, es algo que me recuerda muchas cosas, un pasado que tal vez nunca debí olvidar tanto. Porque es lógico que Adrián encuentre unos relatos míos por su casa y no recuerde que los tenía por ahí. Pero no es tan natural que yo no lo recuerde, que no recuerde qué relatos puedan ser, que no pueda ponerles imagen, voz, modales ni pensamiento. Sobre todo cuando estoy seguro de una cosa: muchas de las historias de esos relatos, muchos de los personajes de eos cuentos forman parte de los relatos posteriores, de lo que escribí luego y que aún no he olvidado. Es una pena, pero es así.

Habrán pasado cinco, diez, doce años desde que dejé a Adrián esos relatos. Uf, echas la vista atrás y te das cuenta de que han pasado tantas cosas, tu vida se ha convertido en un relato tan verdadero, que aquellos que escribías han perdido el sentido. El sentido, pero no el valor. Creo que para Adrián significa mucho, tal vez más incluso que para mí. Más que nada porque, con el tiempo, han dejado de ser míos para convertirse en algo suyo. La pátina del tiempo ha amarilleado sus apuntes de química lo mismito que las páginas de mis cuentos; la humedad de su cuarto ha hecho mella sobre la calidad del papel, igual en las viejas facturas como en esos relatos... Al final, todo se ha convertido en la misma celulosa con la que traer al presente retazos del pasado. Todo es lo mismo.

Cuando volví a casa ayer, después de leer su correo, hojeé de nuevo algunos buenos libros que tenía olvidados en las estanterías. Ojo: tenía olvidados los libros; nunca olvidaré sus contenidos. Qué lástima no tener los correos electrónicos de todos esos autores para escribirles y, con la misma añoranza que Adrián, decirles: "He encontrado entre mis cosas varios relatos tuyos".

2 comentarios:

adictofangoria dijo...

Hola, me alegra que te hayas decidido, sabía que al final picarías. Tal vez hubiese sido más divertido un blog sobre lo que me comentaste un día en el correo, pero bueno, aun así te seguiré, porque creo que por el momento, es la unica forma que tendré de poder seguir leyendo cosas tuyas. Un beso y ánimo.

3'14 dijo...

Somos la suma de nuestras experiencias. Aunque olvidados, momentos de nuestra vida permanecen en la parte oculta de nuestra memoria. Y así evolucionamos, con trozos de aquí y de allá. Con lo que otros nos aportan, cosemos un gran manto con distintos materiales y colores que tejen a su vez otras prendas ajenas. Como explicas en esta entrada, tu hilo forma parte de la manta de Adrián. Es algo hermoso.