miércoles, 21 de enero de 2009

Y así que pasen cien años

Parece que fue ayer, y ya han pasado nueve años. Bueno, en realidad han pasado diez desde que los revolucionarios (y ahora acomodados) chicos de Odisea Editorial decidieron poner en marcha una iniciativa pionera en España: el primer galardón literario para novelas con temática gay. Para mí han pasado nueve porque la efemérides en mi caso tiene que ver con la segunda edición, al año siguiente, en la que mi vida cambió.


Ha pasado el tiempo, y aunque la madurez impregna los recuerdos con una cierta sensación de distancia, no puedo dejar de emocionarme al recordar aquella llamada de Óscar, mi editor. Yo iba de camino a la facultad, en el autobús de línea, y la noticia me dejó tan alucinado que estuve a punto de bajarme en la siguiente parada, más que nada para saltar y gritar a mi antojo. No lo hice, pero imagino que la sonrisa que me acompañó durante todo el día era suficiente razón como para explicar que algo bueno me había sucedido.

Lo que vino después, la ola de presentaciones, entrevistas, promoción... es algo que recuerdo de manera agridulce porque aunque fue tremendamente agradable, también me agobió. Era muy joven y no estaba preparado para la fama, y eso que era una fama muy leve, superficial casi. Pero fama al fin y al cabo. Ahora siento algo de melancolía, y me dan mucha envidia los ganadores de este año porque sé que tendrán emociones muy similares a las que tuve yo. Quien no lo ha sentido no sabe de qué estoy hablando.

Ha pasado el tiempo. Diez años. Todo ha cambiado. La reivindicación del premio ya casi no tiene sentido. Pero queda mucho trabajo por hacer. Me siento muy orgulloso de haber formado parte de esa primera oleada de autores que marcaron precedente y, sobre todo, animaron a otros a seguir el mismo camino. Me consta que muchos (entre ellos, amigos muy cercanos) pensaron que si yo había estado ahí por qué no podrían estar ellos, y eso les hizo leer, escribir, e incluso algunos publicar.

A veces uno no hace las cosas porque cree que no tendrán ningún fruto. Hay que dar las gracias a Odisea Editorial porque, entre todas las cosas (buenas y malas) que han hecho en estos diez años, la más importante es incitar a los autores gays a que escriban porque sirve para algo. De hecho, sirve para mucho.

viernes, 9 de enero de 2009

STOP (the war)