lunes, 24 de noviembre de 2008

Sangre y descuartizamientos

Este fin de semana ha sido bastante macabro. Truculento, diría yo. El sábado, una orgía de sangre en toda regla. El domingo, tuvimos descuartizamiento. Para seguir con el tema: como diría Jack El Destripador, vayamos por partes.

Había oído muy buenas críticas del musical Sweeney Todd, que está en el teatro Español hasta principios de año. La música de Sondheim es estupenda, una de las más hermosas partituras de los últimos tiempos. El argumento, además, es divertido y mordaz. Un barbero desterrado de Londres vuelve años después para vengarse, y conoce a Mrs. Lovett, encargada de una tienda de pastelillos de carne, que le ofrece asilo y un futuro juntos. Él buscará al juez que le arrebató a su mujer y su hija con el objetivo de hacerle un afeitado "muy apurado". Ella encontrará un perfecto destino a los cadáveres que el barbero deje en el camino. La carne picada está tan cara en estos tiempos de crisis...


La película de Tim Burton resucitó el musical para los que amamos este tipo de dramaturgia. Mario Gas, director del Teatro Español, también resucitó el montaje original, de 1995, para ponerlo sobre las tablas otra vez. Mi amor complementario y yo vimos la peli hace una semana y nos pareció muy entretenida. Fuimos el sábado al teatro con la impresión de que es inevitable que haya ciertas cosas que son más espectaculares en el cine que en el escenario. No sabíamos lo equivocados que estábamos.

El presupuesto supongo que no será el de grandes musicales de la Gran Vía, pero la imaginación a veces suple la falta de medios. No obstante, la escenografía es muy funcional y precisa, los decorados son perfectos y el movimiento escénico, milimetrado. Se ha conseguido ese ambiente feísta que desagrada a la vista y que ofrece la sensación de descuido, algo que parece sencillísimo y que, sin embargo, imagino que será complejo de transmitir. Los actores/cantantes están estupendos, del primero al último, con especial atención a Vicky Peña, ese animal teatral del que estamos perdidamente enamorados desde Homebody/Kabul. Sin duda, es la mejor Mrs. Lovett que pueda imaginarse. Esa mezcla de ternura y brutalidad le va como anillo al dedo.

Y claro, tuvimos que reconocer que la peli de Burton es un entretenimiento. Pero que el montaje de Mario Gas para Sweeney Todd es simplemente ARTE. Con mayúsculas. Con un añadido: en la peli se ve sangre a borbotones. En el musical, no sólo se ve, se siente, se huele, casi puede tocarse y manchar nuestra ropa, es un personaje más, quizás el más fundamental.


Con el humor negro que nos caracteriza, mi amor complementario y yo estuvimos bromeando luego sobre la posibilidad de abrir una peluquería en el barrio, y aprovechar el tirón (nunca mejor dicho) para montar también un establecimiento de kebab. ¿Porque alguien sabe lo que es de verdad esa barra grasienta de carne? Por modernizar la idea, más que nada. Pero desistimos al darnos cuenta de que ya nadie va a afeitarse a la barbería; la culpa la tienen las cuchillas desechables, que han puesto al alcance de todos las excelencias de un rasurado perfecto.

Por cierto, Montxo Armendáriz estuvo viendo la obra delante de nosotros, y Adriana Ozores unas butacas a la derecha. Por la gorra, imagino. Pero vamos, que merece la pena gastarse 25 euros. Hay quien se gasta 60 en ver High School Musical, y os puedo asegurar que Sweeney ofrece algo más de chicha, y no sólo de la picada...


DOMINGO ¿DE RELAX?

Después de la orgía roja, aceptamos de buen grado la invitación de nuestra amiga María para ir el domingo por la tarde a ver una obra infantil al Ateneo Primero de Mayo. Hace más de 10 años ella tradujo del neerlandés el cuento Juul, ¿qué te ha pasado? (del autor Gregie de Maeyer), y un grupo de teatro decidió llevarlo a escena.


Nosotros pensamos que una obra infantil nos serviría de desintoxicación de la violencia que se vive en Sweeney. Sin embargo, antes de entrar en el auditorio, María nos descubrió la verdad: el protagonista es un niño de madera que se va mutilando partes del cuerpo empujado por la crueldad de los otros niños; al final, la ayuda de alguien solidario le salva. Es decir, un autodescuartizamiento con todas las letras, que son muchas.

La compañía Ultramarinos de Lucas ha construido un gigantesco muñeco de madera de dos metros y pico, a semejanza del que creó Koen Vanmechelen para ilustrar el libro. No es lo mismo ver cómo se desarma un muñeco de madera, pero la metáfora está clara: si uno hace caso de los demás, es posible que nunca seamos como les gustaría que fuéramos; a lo mejor la solución está en ser como somos y que los demás nos quieran o nos odien por lo que somos.


No sé si los niños entendieron el mensaje o se quedaron con la burla de ver cómo un niño se arranca las orejas o mete la lengua en el enchufe. Lo que me quedó claro es que hay un teatro infantil que no es estúpido ni ñoño, sino que aboga por la educación moral en unos valores universales. Que hace pensar al pequeño, pero también, y quizás más importante, a los padres. Y que ese teatro infantil puede venir de Guadalajara, ¡coño!


NOTA: Tiene mérito la figura del Tangram porque soy bastante impaciente en este tipo de juegos. Pero ayer me recordó tanto a ese muñeco que pierde hasta la cabeza...

jueves, 13 de noviembre de 2008

Lo que me gusta que me regalen los oídos

Para una vez que hablan de mí en los medios, aunque sea bien...

Pero bueno, esto casi no cuenta, Luis es amigo y trabaja esporádicamente para mi editorial, así que es imparcial por partida doble...


odisea_132_parte3
Get your own at Scribd or explore others:

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La caída de los Tres Mosqueteros

Pues sí, los Tres Mosqueteros por fin se han hecho a un lado... Ésa es la verdadera noticia.




(Pasar el puntero por los personajes para conocer sus verdaderos nombres, cliquear para descubrir sus miserables finales como presidentes de naciones).

Lo siento, Coxis, no he podido evitar sentirme inspirado por tu último post...